Finlandia
Ese lugar que llega a mis ojos cada vez que lo invoco.
Caminos sembrados de nieve y asfaltos
marrones con las rodadas de cientos de coches y tráfico lento.
Aceras cubiertas de escarcha y hielo y huellas. Rastros amarillos de algún perro aventurero.
Aire frio y potente, que inunda mis pulmones, abriendo cada poro para aceptar el regalo de la
vida.
Finlandia.
Miles de pinos albergando la historia de un pueblo libre, diferente, concreto y antiguo.
Un
pueblo único.
Cierro mis ojos y recupero la sensación de ser parte viva de un complejo momento, con la única sensación de saber que pertenezco a ese lugar tanto como a mi tierra Asturiana, y que mi cuerpo respira y aspira la magia careliana que por toda Finlandia existe.
Veo y siento una caminata hacia Helsinki, bajando por Mannerheimintie mientras el invierno sacude la calle y unos pequeños gorriones buscan grano de un pequeño deposito que los
vecino san colgado en los arbustos.
vecino san colgado en los arbustos.
Y entonces ocurre que vas caminando por la calle y una dulce abuela se cruza en tu camino y
dice a modo de saludo.
Hyvää Joulua.
Finlandia.
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